La rotura fibrilar es la lesión del tejido muscular que se da con mayor frecuencia en el mundo deportivo, afectando con mayor asiduidad en los músculos isquiotibiales, bíceps braquial, cuádriceps y gemelos. Las roturas fibrilares se clasifican en 3 grados:
Grado I: Rotura fibrilar. Los pacientes la describen normalmente como una "pedrada", se acompaña de dolor fuerte que hace parar el ejercicio. Es la que nos encontramos con mayor frecuencia. Se produce una micro-rotura a nivel de las fibrillas musculares. Puede acompañarse de rotura de capilares apareciendo hematoma. El paciente lo describe normalmente como una "pedrada", se acompaña de un dolor fuerte que hace parar el ejercicio.
Grado II: Rotura parcial. Típica rotura en la que se acompaña de hematoma intramuscular (apreciado en ecografía) y de impotencia funcional inmediata tras la lesión. El número de fibras rotas es mayor, aunque se conserva la integridad total del vientre muscular.
Grado III: Rotura total. Implica la rotura de todo el músculo en su vientre muscular o en su zona miotendinosa, donde ambos extremos se retraen y por tanto, se separan. Se acompaña de intenso dolor, deformidad e impotencia funcional completa. En esta ocasión, se necesitará intervención quirúrgica para unir los extremos.
En resumen, podemos afirmar que para un buen tratamiento es imprescindible respetar los tiempos biológicos de cicatrización, es decir, ir al mismo tiempo que los mecanismos de nuestro organismo en la curación de la lesión. Un buen tratamiento de fisioterapia y una buena readaptación del gesto deportivo facilitarán el éxito del tratamiento y evitarán las temidas recaídas de las lesiones musculares.
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